
El kintsukuroi es el arte japonés de reparar objetos rotos con oro, una metáfora maravillosa para hablar sobre la belleza de las “imperfecciones” e incluso de la propia existencia. Las cicatrices de una cerámica rota no solo se aceptan, sino que se embellecen, reflejando así cómo nuestra autenEcidad y fragilidad existen en armonía con nuestra esencia y nuestro poder de transformación.
Eco de un golpe
el dolor tocó la arcilla,
en el filo de la quebradura
se plasmaron las huellas del tiempo.
Lo entero
se volvió fractal
la grieta contaba su historia
en una fragilidad resplandeciente
Sobre lo roto
surgió una nueva forma,
donde el oro se posaba suave
en un precioso canto a lo imperfecto
La belleza
de no ocultar el daño,
lo celebraba, lo abrazaba, lo alababa
y lo recreaba ahora más fuerte y más vivo
El amor
cubría el dolor,
y cada fractura se convertía
en un testamento del alma
La vida
se honraba, se reinventaba,
recogiendo sus propios pedazos
en el barniz dorado de la existencia.
Marina Vaquerizo
