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RENOVARSE

Después de un verano cuanto menos peculiar, empezamos septiembre con cierta incertidumbre en el ambiente. Los medios de comunicación nos informan cada día de los nuevos rebrotes y el miedo vuelve a respirarse en las ciudades. En las aldeas, en los pueblos, en los caseríos, en cambio, reina otro tipo de clima. La gente, protegida por los bosques, los ríos y las colinas, se sabe más lejos de las colas en los supermercados, las multitudes en el metro, la hora punta, todas las concentraciones que pueden producir, y producen, nuevos contagios.

Sin duda, el COVID nos ha puesto de bruces contra la realidad y nos ha obligado a mirar el sistema en el que estábamos viviendo: los núcleos urbanos polvorientos, los barrios hacinados, la falta de pulmones verdes, las oficinas llenas de trabajadores que podrían hacer su labor, sin problema, desde casa, y así una lista infinita de cosas.

Y creemos que era necesario, era necesario salir de la ilusión, reclamar más árboles y parques, cambiar nuestras formas de consumo, aprender que esto del ecologismo no es algo que pueda separarse de nosotras, y mucho menos del yoga.

El yoga, en tanto en cuanto busca la trascendencia del ser humano y el encuentro con la luz, debe perseguir también el respeto por lo que nos rodea: los seres vivos, las aguas, el aire limpio, las personas y sus espacios.

Todo lo que ocurre en el universo tiene su porqué, aunque no podamos entenderlo. Y esto que ha pasado, y continúa pasando, también. Los yoguis y yoguinis tenemos un enorme papel en el cambio de paradigma, en la transición hacia un mundo más ecológico, más puro y más justo. No podemos permitirnos caer en la queja, o quedarnos de brazos cruzados en casa porque no sabemos qué hacer con nuestras clases, nuestros grupos o nuestros centros. Es momento de echarle imaginación, más que nunca, de reinventarnos, de ver de qué manera podemos llegar a la gente que está sufriendo y está abierta, por fin, a hacer un trabajo de desarrollo personal.

Es momento de ser faros, ¡qué digo faros! Chorros, chorros de oro y de luz que puedan dar esperanza, aliento y motivación en estas semanas.

Así que yoguis, yoguinis, sadhaks, continuemos con nuestra práctica, hagámosla más fuerte si es necesario, más hermosa, y renovemos las formas. Que septiembre no nos pille mustios, mustias, que podamos demostrar, más que nunca, que el yoga funciona.

Nuria, Formadora Auxiliar de la Escuela