CLAVES PARA DISEÑAR CLASES DE YOGA

Diseñar e impartir una clase de yoga es todo un arte. El profesor/a conoce las técnicas, las ha practicado y las tiene interiorizadas. La clase presenta el reto de mostrarlas con el ánimo de despertar la sensibilidad del alumno/a hacia el yoga según su motivación y necesidades.

Antiguamente la enseñanza del yoga se desarrollaba dentro del marco de una relación directa y personal entre maestro y discípulo, centrándose en el método de imitación. Hoy en día, el yoga se enseña generalmente en clases grupales y formaciones específicas, dentro de un contexto cultural diferente al originario. Frente a esta transformación, ¿cómo podemos enriquecer la transmisión del yoga con la cercanía maestro-discípulo de antaño, y a la vez con las aportaciones pedagógicas de la cultura actual?

Avances sobre la pedagogía nos aportan métodos para establecer objetivos de aprendizaje que se adapten a las necesidades y motivaciones del alumno/a. En el pasado el maestro o profesor era el centro de la enseñanza. Las metodologías modernas incluyen al alumno/a en la ecuación, e invitan a que el docente tenga en cuenta el proceso de aprendizaje en el diseño de su programa docente. Programa que se desarrolla aplicando tres criterios fundamentales: progresividad, posibilidad y evolución.

La progresividad significa que el aprendizaje se articula en procesos sucesivos que incorporan avances asumibles que garanticen la integración de las herramientas compartidas. Además, nos centramos en orientar al alumno/a desde la idea de posibilidad en todas las dimensiones: física, psicoemocional y espiritual. También reconocemos que el objetivo final del yoga es la evolución de practicante, lo significa que es ir acompañando en que se manifieste su potencial latente.

«Para realizar un buen acompañamiento debemos tener en cuenta dónde está la persona y hacia dónde puede dirigirse»

Ahora, exploremos las etapas más comunes por las que, en nuestra experiencia como docentes, transitan la mayoría de los alumnos/as de las clases. En cada una hay una motivación y objetivos principales, y en base a eso elegimos los medios más adecuados para alcanzarlos.

Etapa 1: Primer contacto con el yoga

La mayoría de los alumnos/as que vienen a yoga por primera vez buscan algún tipo de alivio a un malestar físico o psicoemocional. En este caso, los objetivos prioritarios de las clases son:

  • Contribuir a restablecer la salud
  • Facilitar una experiencia positiva
  • Compartir una práctica completa que incorpore todas las dimensiones de la persona.

Las herramientas del yoga que más encajan en las necesidades de los principiantes son: secuencias de asanas accesibles; pranayamas de fácil ejecución; indicaciones meditativas concretas y sencillas dirigidas a cultivar la atención y a facilitar la experiencia de la paz interior; y hablarles de los beneficios del yoga.

Etapa 2: Vivir la paz

El alumno/a percibe una mejoría en su malestar inicial y continúa asistiendo a clase consciente de que el yoga le puede proporcionar bienestar y paz. Así que las clases estarán dirigidas a:

  • Integrar herramientas básicas.
  • Promover autonomía en algún momento de la clase.
  • Facilitar el asentamiento de un estado de paz de fondo

En la elección de las herramientas a compartir, podemos introducir ciertos avances como: mayor autonomía en la práctica de asana; asanas que impliquen un trabajo muscular y fascial más profundo; pranayamas con retención; meditaciones que sirvan para seguir cultivando la concentración y también la vida interior; enseñanzas relacionadas con valores éticos del yoga, o la aplicación de las herramientas meditativas a la vida cotidiana.

Etapa 3: Iniciarse en un camino de vida

En algunos alumnos/as se despierta el interés en profundizar en el autoconocimiento y la realización a través del yoga. En este caso las propuestas tendrán objetivos como:

  • Avivar la aspiración a conocerse y realizarse.
  • Potenciar el compromiso con la práctica.
  • Promover la autonomía

La práctica aquí se puede ir ampliando en varias direcciones, como: observación de aspectos emocionales y espirituales del asana; aplicación de ciertas actitudes yóguicas cuando practican; mayor comprensión y experiencia del cuerpo energético; una meditación más orientada a cultivar la experiencia espiritual; invitar a la lectura de textos sagrados y/o inspiradores; promover un trabajo personal en la vida cotidiana más comprometido con las enseñanzas del yoga.

Estas etapas son la preparación de un camino que nunca acaba. Son con lo que con más frecuencia nos encontramos los profesores de yoga en las clases ordinarias, un acompañamiento desde la toma de contacto hasta la motivación profundizar en el yoga como una forma de vida.

El buen acompañamiento del docente está en tener en consideración cada proceso. Como dice Sri Aurobindo sobre la enseñanza del Yoga:

“El profesor/a (maestro/a) conducirá al alumno a través de la naturaleza del alumno. No buscará imponerse ni imponer sus opiniones sobre la aceptación pasiva de la mente receptiva; introducirá sólo lo que es productivo y seguro como semilla que crecerá bajo la divina promoción interior”.

Bibliografía

  • Cuaderno de Pedagogía del Yoga- Escuela de
    Yoga Integral Mahashakti.
  • Sri Aurobindo, La síntesis del yoga, tomo 1.

Autora

Savitri. Formadora de Profesores de Yoga en la Escuela de Yoga Integral Mahashakti